Capítulo II [narrado por Heikki]

domingo, 3 de enero de 2010

Cuando llegué a la comisaría aquella tarde lluviosa, Elena esperaba ansiosa para que le contara como me había ido:

-¡Heikki!-empezó gritando-¡Por fin as llegado! ¿Cuenta, cuenta que tal ha ido todo?

-Un asesinato horrible, no he sido capaz de aguantar las nauseas, a la pobre mujer la desmembraron, al parecer con una sierra eléctrica-dije mientras un escalofrío recorría mi cuerpo.

-Verdaderamente horrible…No sé quién ha podido haber hecho algo así.

-Ni yo. Y cambiando de tema, ¿tú sabías que tenía una nueva compañera?

-¡Pues claro! Era lo que estaba intentando decirte cuando me colgaste el teléfono. Pero bueno… ¿Qué tal con Sabela? ¿No es así?-dijo con sonrisa burlona.

-Muy maja. La verdad es que me cayó muy bien, una mujer con carácter diría yo…

-Veo que habéis congeniado, me alegro por ti, haber cuanto duras en sus garras- dijo entre carcajadas mientras alejaba poco a poco- Me voy, aun tengo que redactar un informe para el jefe.

-Muy graciosa-ironicé-Hasta luego.

Dicho esto me encerré en mi nuevo despacho, encendí el viejo reproductor de música que tenía, comenzó a sonar el himno de Escocia, mi preferido, que era más que eso, era la voz de la libertad, encabezada por el sonido de las gaitas, aquella que me había sido robada en otro tiempo y de la que ahora no quedaban más que vagos recuerdos. Intentaba no pensar en ello, en no recordar… Pero al final, quieras o no tu pasado acaba volviendo a ti de una forma u otra.

Fui al archivador, cogí el expediente de la chica asesinada y comencé a leerlo con el fin de distraerme.

Nombre y apellidos: Julia Figueroa Martínez

Edad: 24 años

Fecha y lugar de nacimiento: 15-11-1985, Santiago de Compostela

Progenitores: Roberto Figueroa Delgado y Amanda Martínez Delfino

Hermano/a os/as: Samuel Figueroa Martínez

Estado civil: Soltera.

Hijo/a os/as: -

Carrera laboral: Licenciada en artes musicales por el Conservatorio Profesional de Música de Santiago de Compostela especializada en Piano. Ha destacado en la composición de música clásica al ganar un Grammy a la Mejor composición de Música de Cámara con el dueto para piano, lo más extraño que no aparecía el nombre por ningún lado.

Asique era pianista profesional-reflexioné mientras proseguía con mi lectura.

Nunca había tenido problemas con la ley, no consumía estupefacientes, sin problemas económicos. Es decir, una mujer perfecta, con una vida casi perfecta había sido asesinada y nosotros sin encontrar razón aparente, no teníamos un móvil y así no podríamos encontrar un perfil concreto que nos indicase quién podría ser el asesino.

Miré el reloj, eran las 6 de la tarde asique decidí ir a ver a Sabela a la sala de autopsias.

Bajé las escaleras que conducían a aquella sala que parecía una funeraria en la planta baja, abrí la puerta y vi a Sabela que estaba dándome la espalda examinando lo que parecían unos pulmones, comencé a llamarla:

-¡Sabela, Sabela! ¿Me oyes?

Como no respondía me acerqué a ella y le toqué en la espalda, acto seguido me respondió dándome una bofetada.

¡Ah!-grité-¿Pero qué coño te pasa? ¡Te estoy llamando y no me haces ni puto caso, y además, me pegas!

-Lo siento, ¿vale? Estaba con la música. Me asustaste.-respondió- Ten más cuidado la próxima vez.

-Venía a traerte unas pistas buenísimas.-le dije

-Sigue investigando y me las dices a la salida. Vamos a tomar un café y te enseño también lo que descubrí yo. ¿Te parece bien?

-Vale, vale.-respondí mientras abría la puerta.

Subí de nuevo al despacho y me senté a descansar un rato mientras escuchaba el Canon de Pachelbel en Re Mayor. Necesitaba un respiro.

Poco después se abrió la puerta de sopetón, era Elena.

-¡Podrías llamar antes! ¿No?- le grité por haber interrumpido mi siestecita.

-Es importante, acabo de encontrar esto en recepción-dijo mientras me tendía un paquete marrón- pone que es para ti.

-¿Para mí? ¿De quién?-pregunté

-No sé, no tiene remitente y nadie ha visto quién lo ha dejado.

-Que extraño… Esto no lo ha podido traer un mensajero, pues necesitarían que le firmasen la confirmación de que se ha recibido el paquete.

-Ahora que lo dices, tienes razón. Bueno ya me dirás que es, te dejo.

-Vale.

Dicho esto se marchó y yo empecé a examinar el paquete. Tenía escrito mi nombre con rotulador negro en el envoltorio: “Para Heikki Waltari” .Empecé rompiendo el papel que lo cubría intrigado por su contenido, luego abrí la caja y quedé perplejo al ver su contenido. Era un CD sin nombre, ni título de canción, ni nada por el estilo. También había una carta. La cogí y la abrí. Saqué el papel que contenía, comencé a leerla:

Hola Heikki,

Si has recibido esta carta quizás estés un poco desconcertado, pero no te preocupes, no es nada malo sino todo lo contrario. El destino ha querido que no encontremos de nuevo y yo siempre he hecho todo lo posible para que así fuese. Necesito hablar contigo, volver ha verte y decirte que nunca me he olvidado de ti. Quedamos a las 10:30 en la plaza de María Pita; espero que vayas.

PD: Escucha el CD, te ayudará a comprender.

Anónimo

¿Pero quién me había podido enviar aquella carta? Fuera quién fuese tenía razón, la carta me había dejado totalmente descolocado no sabía que hacer, asique opté por hacer lo que me decía y metí el CD en el reproductor. La música comenzó a sonar, parecía heavy metal y la voz cantante era la de una mujer, sonaba maravillosamente bien, era la voz mas fascinante que había escuchado nunca, acompañado por un solo de guitarra que sobresalía por su ejecución perfecta acompañando a la voz cantante.

“I hope you will come back

I can’t said you Good bye

Aquella canción melancólica y triste había logrado llevarme a los recuerdos de mi infancia, los juegos con mi hermano, las caricias de mi madre, los cuentos de mi padre. Todos se esvanecían con el tiempo, pues no eran más que eso… Recuerdos…Ciertamente, como decía la canción, había llorado mucho, pues mi vida había estado llena de despedidas y de adioses; desgraciadamente, todos sin reencuentro.

En ese momento sonó el móvil, Sabela me había dado un toque, ¡se me había olvidado! Había quedado con ella en el bar de enfrente de la comisaría. Salí corriendo y gracias a Dios, aún estaba entrando cuando llegué.

Ella pidió un bloody mary, yo, un vodka negro con nestea.

-A ver, ¿que era eso tan importante que tenías que decirme?-preguntó intrigada

-Cuando estábamos en la casa donde hallamos el cadáver, mientras tu lo examinabas, encontré esto-dije mientras sacaba el diario que encontrara en la mansión-se titula Abyssus abyssum invocaty al parecer es un diario, puede que esté relacionado con el caso.

-¿Que pone?

-No lo sé, aún no lo he leído.

-Pues a que esperas- dijo

Le leí uno de los párrafos: “Recibirán su merecido, lo que han hecho les costará caro, mi plan no fallará, lo aseguré todo. Nadie recordará a “Abyssus abyssum invocat”, las sombras y el olvido caerán sobre “Abysuss abyssum invocat” Nada volverá ha ser como antes, ahora me toca disfrutar a mí. ¡JAJAJA!”

-¡Dios mío!-exclamé- Que mal suena esto.

-Suena ha conducta obsesiva –precisó Sabela- repite mucho, por lo que veo, esa frasecita en latín.

-Tienes razón, quizás simbolice algo. Esto es todo.

-Puede ser…

Luego ella me relató lo que había descubierto en la autopsia del cadáver, al parecer la víctima había muerto asfixiada por un pañuelo de tela con un piano bordado, introducido por el asesino para hacerla callar. Al acabar, se levantó de la mesa. Eran las 10 menos cuatro.

-¿A dónde vas?-pregunté.

-A hacer unas cosas. Nos vemos mañana a primera hora para
seguir investigando.

-Creo que no voy a poder ni dormir esta noche.

-Ni yo- respondió y salió apresuradamente del bar.

Yo también me marché, me quedaba algo pendiente que hacer. Asique me dirigí hasta mi piso corriendo, pues llovía a cántaros, allí me recibió Cuca dándome lametones para que la sacara a pasear, hoy no había podido. Antes de salir, guardé la pistola en un cajón bajo llave y tomé un paraguas, ante mirada triste de mi perrita.

Caminaba despacio, no tenía demasiada prisa por llegar, aunque me daban ganas de dar la vuelta; la curiosidad que me poseía era mayor que el miedo que podía sentir hacia aquel misterioso encuentro. En 10 minutos llegué a la concurrida plaza de María Pita, podía ver las terrazas cubiertas y los bares que se disponían por toda la plaza llenos de gente tomando unas copas, jugando a las cartas, charlando,… Decidí sentarme en una de las terrazas y tomar un café para calentarme la garganta, mientras esperaba a no sabía a quién, pues no tenía idea que quería aquella persona de mi, no sabía siquiera si me habían tendido una trampa, o si no era más que una broma, asique me resigné a lo que podría pasar. Eran las 10:45, ya había acabado el café y no había venido nadie ha hablar conmigo, asique defraudado y pensando que había sido una broma decidí irme. Estaba cruzando la plaza cuando al pasar junto a la estatua de María Pita sentí que alguien me agarraba por el brazo y tiraba de mí, asustado giré la cabeza bruscamente. Ante mí había un hombre de gafas rubio muy corpulento, más o menos de mi estatura que me miraba fijamente y a la vez me agarraba fuertemente del brazo.

-¿Qui…? ¿Quién es usted?-pregunté temeroso

-Aquí no podemos hablar, vamos a otro sitio-respondió el hombre a la vez que tiraba de mi en dirección a un estrecho callejón donde solo había una taberna de mala muerte allí escondida-Entraremos aquí si no te importa, estaremos más tranquilos

Yo había enmudecido ante aquello y tardé varios segundos en responder, ante la mirada atónita de aquel sujeto.

-Por mí bien-respondí al fin.

-Bien, entonces entremos.

Nos sentamos en una mesa pegada a la única ventana de aquel cuchitril, mientras un grupo de camioneros que jugaban al billar nos miraron con curiosidad. Debían sentirse extrañados de que alguien entrara por primera vez allí sin ser ellos.

-¿Quieres algo?-preguntó el tipo.

-No, gracias. Acabo de tomar un café.

-¡Una cerveza, por favor!- gritó dirigiéndose al tabernero

-¿Me podría decir quién es usted?-pregunté

-¿De verdad no me reconoces? ¿Tanto he cambiado?

-La verdad… creo que no le conozco-dudé.

-Quizás esto te haga recordar-entonces sacó una foto del bolsillo de la chaqueta y la puso sobre la mesa acercándomela.

Me dio un vuelco al corazón al verla, de repente casi todo el enigma que había intentado resolver durante todos aquellos años estaba hecho, pero no gracias a mí si no a la persona que acababa de enseñarme aquella foto…En la que quienes aparecían eran ni más ni menos que yo y mi hermano de pequeños balanceándonos en unos columpios. No podía ser cierto… ¡Aquel hombre tenía que ser mi hermano!

-¡Eres Daniel!-exclamé

-¡Por fin me has reconocido! ¿Es que he cambiado tanto?

-Pues claro que has cambiado, no te reconocía, además, ahora llevas gafas y estás totalmente distinto.

-Tú también has cambiado mucho. Mírate. Ya eres todo un hombre.

Dicho esto los dos nos levantamos y nos dimos un abrazo.

-Te estuve buscando durante mucho tiempo. Pensé que habías vuelto-dije.

-Yo también te busqué, me enteré de que te habías hecho policía y que estabas aquí, en A Coruña, por eso decidí dejarte el paquete en la comisaría donde trabajas.

- ¿Y por qué tanto misterio con lo del paquete?-pregunté

Quería asegurarme de que vendrías, siempre te han gustado los misterios. Si te dijera que era tu hermano, pensarías que era una broma, pasarías de venir y olvidarías el tema. Además, quería darte una sorpresa.

Como me conoces..., ¿Y que es de tu vida?

En ese momento le sonó el móvil; lo miró y su rostro mudó completamente serio, como si acabara de ver un fantasma.

-Yo estoy bien. Tengo que irme, siento no poder quedar hablar contigo, tengo tantas cosas que contarte…-dijo con la mirada triste- te doy mi número y ya quedaremos.

-Está bien-respondí

Luego se levantó de la mesa, miró inquieto por la ventana y se despidió:

-Hasta pronto.

-Hasta pronto. Cuídate mucho- le dije.

El sonrió y se marcho haciendo un gesto con la mano.

Volví a casa más contento que nunca, me tumbé en el sillón y me puse a ver las noticias sin dejar de pensar en lo que en un solo día me había pasado, quizás uno el día más movidito de mi vida en mucho tiempo. Aunque sentía que aquello no era más que un aperitivo de lo que estaba por llegar.

Me puse el pijama y me acosté en la cama, también era la primera vez que lo hacía en mucho tiempo. Casi siempre me quedaba tumbado en el sofá leyendo alguna novela de misterio y no solía descansar mucho, pero aquel día era especial. Al rato, el sueño me venció. Por fin podría dormir tranquilo.

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